El 5 de enero de 2000 Diego Maradona ingresaba en estado grave a la clínica Cantegril de Punta del Este y empezaba así el largo corcoveo entre la vida y la muerte.
Por Gabriel Profiti.
Crisis hipertensiva y arritmia ventricular. El 5 de enero de 2000 Diego Maradona ingresaba en estado grave a la clínica Cantegril de Punta del Este y empezaba así el largo corcoveo entre la vida y la muerte que concluyó este miércoles para que los argentinos terminemos de odiar al odioso 2020.
Figura descomunal desde su irrupción en el mundo del fútbol y Dios pagano argentino desde 1986, Maradona tenía 39 años cuando sufrió aquel episodio que puso en riesgo seriamente su vida por primera vez y fue un cimbronazo para todo el país.
En ese momento en el que las redacciones no contaban con tantos recursos tecnológicos como ahora, quien hoy es el director de la agencia NA, Emiliano Rodríguez, y yo nos tuvimos que hacer cargo del servicio de Deportes, con el Diego internado, porque el resto de la sección estaba de vacaciones. Tampoco éramos tantos durante otros momentos del año, pero de cinco redactores habituales que tenía la sección en ese momento quedábamos solo dos.
El inicio del año era el momento propicio para tomar vacaciones, porque es el de mayor receso deportivo y así estaba planificado. Rodríguez y Profiti, de guardia, uno por turno.
Para colmo de males, NA tenía entre sus principales abonados a los diarios Popular y Crónica, dos medios para los que la figura de Maradona no tenía ni tiene comparación con ninguna otra, incluidos papas, presidentes o extraterrestres. Esos diarios, junto al resto de los abonados de la agencia, esperaban que los ayudáramos a contar lo que pasaba en Punta del Este y en todo el mundo Maradona. Una tremenda exigencia profesional.
Así, luego de que Diego fuera trasladado a Buenos Aires y más tarde a Cuba, nació la primera “necrológica preventiva” de Maradona. Horrible pero necesario hábito de los medios, cuando una figura importante puede morir, algún precavido suele encargar el obituario para agilizar su publicación cuando haya que dar la lamentable noticia.
Ahora todos los soportes facilitan la tarea, pero en aquella época había que recorrer archivos y seleccionar información de manera mucho más artesanal, ergo más extensa. No hay medio al menos en la Argentina que no tuviera armada una semblanza del Diez.
Después de aquel primer llamado de atención en Punta del Este, Diego tuvo varios otros, algunos más graves que otros. En el medio, hizo de todo en su vida personal, política y deportiva, hasta se dio el gusto de dirigir a la Selección. Aún con todo ese vértigo era joven para morir, pero la maldita necrológica con todas esas actualizaciones está siendo publicada, 20 años después.